Los Cambios del PESCADOR.
Repasando los recuerdos y
observaciones que tengo recogidos en un libro inédito, “Lo que el Río
me Enseñó”, he podido constatar los cambios, tanto de opinión como de
comportamiento que he tenido a lo largo de unos setenta años de
pescador. Dejando a un lado el período inicial en el que pescaba con
otras artes “menores”, creo interesante hacer una revisión de algunos de
estos cambios porque muestran cosas muy significativas en nuestra
relación con nuestro mundo animal.
Aunque he pescado en muchos
ríos de la Península Ibérica, he sido asiduo del padre Tajo y de sus
cercanos Hoceseca, (ese que los cursis se empeñan en llamar de la Hoz
Seca) el Cabrillas, el Gallo, el Jaramilla, el Tajuña… Y estas aguas me
enseñaron muchas cosas que equivocadamente creí eran aplicables a todas
las truchas de otras partes de la Tierra.
Un caso muy curioso es
el de los cambios de las horas de eclosiones. Año tras año en la zona
del Tajo era lo normal que eclosionasen las moscas de Mayo en el mes de
junio, incluso de julio en el centro del día y principios de la tarde.
Pues bien, pescando con Paco Pepe y Antonio antes de venir a Chile me
sorprendieron eclosiones de efímeras a muy últimas horas del día.
Cuando apareció en vuelo la primera dánica pensé, dada la hora, que se
trataba de una Pothamantus, pero con el paso de los minutos confirmamos
que se trataba de Efémeras danicas. La sorpresa de mis amigos era igual
que la mía. ¿Motivos de este cambio tan notable? No lo puedo saber con
certeza por lo cual he recurrido a una hipótesis: el cambio climático.
Sabemos que las eclosiones de invertebrados están regidas por los
periodos de luz y temperaturas principalmente, por lo cual tengo la
sospecha que tanto el aumento de radiación UV como las aguas más
calientes puedan estar causando esta “moda mosquera”. ¡Quién sabe! Y
parece que con otros invertebrados pasa lo mismo, según las noticias que
me llegan desde León.
Pensar que las truchas del Tajo tienen los
mismos comportamientos que las de otras regiones alejadas ha sido otra
de las creencias que he debido abandonar. Y no sólo de las truchas de
Patagonia, también hay diferencias notables en cuencas cercanas de
España, por ejemplo de León y Pirineos (hablo de truchas del río, no de
las repobladas) Como ejemplo de esto voy a dar un dato curioso que
sucede en Chile, tanto con las truchas arco iris como las comunes
(marrones) He escrito en ese mencionado librito que “nunca vi a una
trucha tomar libélulas adultas”, cosa cierta y comprobada, hasta hoy,
por otros compañeros y pescadores de España. Sí me dijo una vez un
conocido que él había observado a unas truchas cebarse sobre libélulas.
Deberá perdonarme este amigo pero dudo que lo visto por él sea verdad o,
por ser más suave, realidad. Pues bien, vayamos a la Patagonia: los
odonatos de toda especie son el manjar preferido por las buenas truchas
ayseninas y quizá de otras zonas australes. Los peces llegan a ser tan
golosos de esos insectos que es corriente verlos volar en horizontal
como si fuesen pájaros persiguiendo “matapiojos”. Es claro que estas
truchas, muchas de origen español, se han aclimatado a un ambiente muy
particular que las ha vuelto enormemente agresivas para comer todo
bicho, incluso devoran los ciervos volantes sp., esos escarabajos con
pinzas enormes que aquí los llaman “cantabrias”. Puede tratarse, pués,
de una evolución motivada por el diferente ambiente en el que viven.
Lo mismo podemos afirmar con referencia a selectividad de los peces,
palabra frecuentemente mal interpretada. En Peralejos de las Truchas
había que afinar pero que mucho para poder engañar a un pez de buen
tamaño, e incluso de pececillos de una cuarta: no valían las moscas de
conjunto (salvo alguna Wickam fancy…) Teníamos que ofrecerlas artificiales
de imágenes y luces parejas a las moscas naturales que en
esos momentos estuviesen depredando ¡y hacerlas evolucionar muy
naturalmente! Por el contrario en Coyhaique hay que tener cuidado hasta
de la puntera de la caña… ¡Se comen casi todo! Hay excepciones, por
supuesto, incluso ríos que son de truchas muy, muy selectivas, pero es
lo menos normal.
¿Por qué estas diferencias de comportamientos
con la vieja España? Tampoco puedo saberlo: podría ser debido a la menor
presión pesquera sobre “cada Individuo”. Hay tantas truchas por metro
cuadrado en la Trapananda que, casi con toda seguridad, muchos peces
nunca fueron pescados, por lo cual son tan tragones de todo y ¡ojo!:
esto no implica que no exista dificultad en el engaño. ¿Se puede deber
este apetito feroz a la insuficiente abundancia de insectos para
alimentar a tantas bocas? La competencia intra-específica les hace
adoptar actitudes de codicia que las impulsa a tomar sin muchas
observaciones porque la vecina les puede robar el alimento.
Sabemos el enorme crecimiento acá de los peces por año; algunas
observaciones dan un kilo anual una vez pasado el período de 1+. O sea,
que en la vida de la trucha hasta alcanzar unos 25 cm. el crecimiento es
más lento, para luego disparase. No cabe la menor duda que tal
cantidad de agua existente, bien sean lagos o ríos, deberán influir en
el comportamiento del pez haciéndolos diferentes a los de otras
latitudes. Estoy seguro que habrá ríos recónditos que no hayan sido
pescados aún.
Es normal encontrarnos con truchas de diferentes tamaños compartiendo la mesa…hasta que la grande se harta de tanto comensal.
En el desagüe del lago Norte presencié una escena asombrosa con
relación a lo anterior. En una tabla serena con fondo arenoso se cebaban
bastante agrupadas truchas en cantidad, casi todas del entorno a los
treinta centímetros menos una que midió las tres cuartas y media, unos
setenta centímetros. Tomaban distintas especies de moscas que bajaban en
seca y en cantidad no muy abundante. Lancé sobre la grande con poca
precisión por lo que una veloz “menor” quiso merendarse mi voluminoso
tricóptero. Debió de molestar mucho esa competencia a la señora del
lugar porque se lanzó como una fiera contra la pequeña. Y no contenta
con ello,desalojó a todas las demás. Fue entonces cuando volvió a su
puesto y tomó mi mosca que estaba casi detenida en la lenta corriente
del río. Mucho me asombró esa actitud territorial, algo que nunca antes
me había sucedido.
En España las truchas grandes suelen pasar
desapercibidas en ríos salvajes; puede que sea debido a estar ocultas
ante la enorme afluencia de pescadores. Algunos enamorados de los ríos
que siguen saliendo para observarlos en épocas de veda pueden confirmar
lo que digo: es entonces cuando se ven las buenas damas. ¿Se puede decir
que están asustadas y comen en las noches durante la temporada? Casi
seguro que sí. Las razas y subrazas de la Península eran muy deseadas
por los pescadores del mundo porque se cebaban en el centro del día o en
horas de mucha luz, en tanto que las del resto europeo lo hacían en los
ocasos y en las noches. (Comunicación personal de G.Paul Metz) En la
actualidad tal cosa va cambiando también, quizá motivado por el
mencionado aumento de la presión de pesca, o por hibridación de las
naturales con truchas de otras latitudes.
Otro caso curioso son
las cebas sobre los tricópteros, la mayoría insectos de costumbres
nocturnas. Pueden suceder sus emergencias y puestas en horas últimas
del día y, quién ha dormido muchas veces junto a ellas os puede asegurar
que las truchas siguen comiendo en plena noche de Luna llena. Luego por
el día están atiborradas y no os hacen ni el más repajolero caso. Por
eso dije antaño que los días de Luna llena eran malos, con salvedad de
los plenilunios de junio, julio y septiembre si hay lluvias. Hoy se han
modificado bastante tales cebas porque el cambio climático, opino,
trastorna los días apacibles. Hay amigos que se ríen de mis
observaciones pero no tienen en cuenta que en esos dos plenilunios HOY
suceden cambios continuados de presión atmosférica, bien por vientos que
anuncian tormentas, bien por días de tormentas que no llegan a romper.
Pero seguro que seguirán los períodos excelentes en los entornos a la
Luna llena; de hecho nunca dije que el gran momento de la pesca con seca
fuese justo el plenilunio y sí los entornos al mismo. Para mí esos dos
meses son el gran momento, la apoteosis del mosquero de seca. Y caso
curioso: en Patagonia sucede lo mismo…pero con seis meses de diferencia:
enero y febrero. Yo creo que la gran abundancia de insectos vuelve
locas a las truchas, pero en Chile no saben saciarse. En el llamado río
de los saltamontes, Emperador Guillermo, es habitual al desanzuelar un
pez sentir en su vientre la masa sin digerir aún de saltamontes. Y desde
luego, es tal su locura que pueden ignorar vuestra presencia y comer a
vuestro lado sin temor alguno. Tal cosa nos pasó a Javier Fernández del
Ribero y a mí. Debí insistirle para que parásemos en ese río y
probásemos suerte ya que el día en otra zona fue más bien soso. Nada más
empezar Javier clavó una truchita; le siguieron otras de la misma
talla, pero a la media hora, ya atardecido, nos hartamos de sacar
truchas muy, muy bonitas. ¡Y se cebaban justo detrás de nosotros, al
lado, rozando los vadeadores…y con las moscas destrozadas! Era justo el
plenilunio de febrero.
Las truchas son consideradas por muchas
personas como “cosas” mecánicas, cosas sin inteligencia ni sensibilidad
alguna. Es algo lógica esta manera de opinar porque los peces no hablan
(1), no se lamentan, no tienen lágrimas… ¡Grave equivocación! Y no las
voy a poner al nivel del Homo sapiens pero he tenido sucesos que
demuestran la existencia de sentimientos que nosotros sólo admitimos en
los “humanos”. He publicado en esta página de Antúnez dos sucesos
asombrosos que testifican el nivel intelectual y sensible del pez (“En
la otra orilla” y “El enamorado de Las Rochas”) Y en Patagonia tengo
comprobado cosas similares y que pronto os comunicaré desde esta página
para que vayamos cambiando de idea respecto a tal manera de pensar tan
homocéntrica. Y puedo añadir, sin temor a críticas, que esos humanos
sentimientos también existen en la mayor parte de los seres sensibles
del Planeta, mamíferos y aves.
Vienen a cuento esas nefastas
tradiciones de las fiestas pueblerinas ¡y "capitolinas"! : El pollo o
cabra tirados vivos desde lo alto del campanario de la iglesia para ser
despedazados por los valientes mozos que esperan abajo, o las vacas
emboladas, o el toro de la Vega… ¿Quién es el necio que asegura que los
animales no sufren? ¿O aquellos imbéciles que repiten hasta la saciedad
que los animales están aquí para nuestra diversión? Mucha culpa de esta
manera de pensar la tienen las religiones al habernos hecho mimados de Dios para dominar sobre todo el Planeta. Por más gracia se hizo a la
mujer de un hueso nuestro como signo de su esclavitud bíblica al varón.
Y ya puesto, permitidme que os diga con todo respeto, que perduran
otras tradiciones no menos deplorables y que están causando más de
sesenta mil millones de vacas y similares animales descuartizadas en los
mataderos comerciales. Y no me valen las disculpas de que se matan con
anestesias porque he visitado dos de tales mataderos donde las reses
pasan debatiéndose colgadas de las patas y van siendo descuartizadas en
vivo. ¡Buen provecho!
Saludos cordiales a todas y todos. Bambú.
(1) Dudo mucho que las truchas y otros salmónidos no posean un medio
acústico de comunicación. Baste recordar el lenguaje de ballenas,
delfines y otros que están siendo investigados actualmente; incluso se
ha llegado a “traducir” esos sonidos al lenguaje humano. Al manejar una
trucha os habrá sucedido alguna vez escuchar en ella un sonido gutural:
¿puede tratarse de un lamento o de un grito de terror del pez? Opinad
vosotros mismos en razón de vuestra experiencia en este sentido pero os
ruego que seáis rápidos en la dichosita fotito de recuerdo.
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